Crónica: Campeonato del Mundo Rogaine

CAMPEONATO DEL MUNDO DE ROGAINE ORIENTACIÓN

por Pablo Fernández Liria

26 y 27 de julio de 2019

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El tiempo cambiante podía influir de nuevo en la estrategia como en el campeonato de Europa que participamos hace tres años. Empeoró rápido el sábado como habían pronosticado. “Lluvias débiles por la mañana” … sí… Nos dieron los mapas 3 horas antes de la salida para planificar. Cuando desenrollamos el pergamino de casi un metro de ancho, y vemos esa nube de puntos… se nos tenía que ver esa cara de bobos, jajaja. Pasaron unos minutos hasta que conseguimos pasar el trago. El cielo se ennegreció y el primer trueno nos sorprendió a todos… tuvimos que cobijarnos bajo una carpa y ya quedaba pocos huecos. Estuvo jarreando agua con tal gana que parecía querer que saliéramos a nado… Debajo de la carpa tampoco había buena luz. La escala del mapa era 1/25000. Y algunos símbolos, como las sendas estaban muy finos. Mi hermano se angustió rápido. “No vamos hacer nada, ¡cuando llueve no veo nada!”. Yo tampoco estoy bien de la vista ya… Cuando acercaba la lupa, descubría un mundo de posibilidades. Y no iba a parar de llover en todo el día… incluso por la tarde empeoraba más todavía con tormenta, viento y en la noche se esperaba un descenso considerado de temperaturas…

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Al pasar el control de material obligatorio nos decían con sarcasmo “la crema solar”

Yo llevaba una camiseta de manga corta, una térmica de manga larga, un forrillo polar, y un chubasquero. Hasta calzoncillos y calcetines de repuesto. Lo fui usando todo en diversos momentos.

“Manda fotos, que ya lo he superado”, me decía nuestro fallido compañero Manu Parrado. Quería cortarse las venas cuando por compromisos en el trabajo vio que no podía venir. “Estaré pendiente de vosotros”. A todos nos colocaban un GPS en la mochila para seguirnos desde el centro de competición en una gran pantalla y accesible al público por internet. Los participantes claro, no teníamos acceso. El móvil, obligatorio, nos lo precintaban y solo lo podríamos usarlo en caso de emergencia y retirada.

Tres horas nos dieron para planificar primero un mal plan, luego, un segundo plan más coherente y hasta un tercero, que nos podría valer regreso. Sí, nos gustaba… empezaríamos cogiendo unas cuantas balizas cuesta abajo y luego siguiendo por líneas de mínima pendiente calculamos que llegaríamos de noche a las cercanías del pueblo de Alp. Punto de menor altitud (1200m), probablemente sufriríamos menos la tormenta que en los puntos mas elevados de la montaña (2536m). Y para aliviar el frio de la noche, remontaríamos el desnivel perdido. El mapa de competición comprendía una zona redonda con un diámetro de 14 km, y partíamos más o menos del centro a una altitud de 1700 en la estación de esquí de la Molina. Carácter de media-alta montaña, los desniveles eran muy fuertes y optimizar este esfuerzo requerido era esencial.

Unos minutos tuvimos que aguantar el chaparrón, quien pudo, bajo el arco de salida hasta que a las 12:00 comenzó la gran aventura: 24 horas por delante. El trabucazo de salida no impactó tanto como los truenos que nos iban acompañando.

No sólo calaba la lluvia, el agua que escurría por el chubasquero empapaba por completo las piernas…

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Unos 400 equipos tomamos la salida. Y nos fuimos dispersando en todas direcciones. Las elecciones de ruta eran muchas.

Mi hermano comentó “jo, qué pendiente” cuando quisimos atajar al salir de la primera baliza (25), “y eso que según el mapa no es de las pendientes mas fuertes que refleja.” Pero nos sorprendió ir juntos a una pareja extranjera que aparentaba más de 70 años. Cuando salimos a la carretera destrepamos una escollera de contención.

Tuvimos nuestra primera pérdida de tiempo en la tercera baliza (43), en un bosque oscuro y pendiente, confundimos alguna senda con la que no era… Todavía estábamos familiarizando con los elementos cartografiados y la escala que era mas pequeña de las habituales que manejábamos.

Hacía mas de 4 horas que habíamos desayunado y le propuse a mi hermano parar a comer algo, pero la lluvia… Había que parar porque todo en la mochila iba hermético y comprimido. Y a la salida del pueblo nos metimos bajo techo de un porche.

Llegando a la baliza 53, de nuevo monte a través, mi hermano se dio cuenta que había perdido el mapa. Retrocediendo sobre nuestros pasos, lo encontramos enseguida y con suerte, porque acababa de pasar un equipo por allí mismo, al que preguntamos y no lo vio.

Íbamos aprovechando caminos mientras nos acercaran a las balizas, pero luego había algunas muy técnicas y enlazar los distintos caminos y pequeños senderos que eran muchos, exigía una concentración constante.

Y de repente, el primer rayo de sol. A las tres horas. De verdad que me entraron ganas de llorar. Creí que no lo íbamos a ver hasta mañana que ya daban bueno. Y eso que soy bastante acuático, pero una carrera tan larga… Hicimos las primeras fotos. Nos cambiamos la indumentaria. A media tarde se esperaba otra tormenta y se anunciaba que era la fuerte…

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Nos cruzamos con un equipo joven que corrían como si la prueba fuera corta. Y luego nos lo volvimos a cruzar y seguían al mismo ritmo. También nos sorprendía parejas que sostenían fácilmente mas de 75 años y se movían con soltura campo a través. Hasta 84 años había.

Pillamos unas balizas con bastante valor 93 y 95. Las balizas en esta prueba valían entre 2 y 10 puntos, y la decena te indica su valor. Y cerca vendría otra, la 96. O sea, que llevábamos buen itinerario.

Nos topamos con un equipo de tres campechanos que también iban sacando fotos.

Camino a la baliza 96 había un punto de socorro: Una cabaña y la organización estaba allí, y sorpresivamente nos ofrecieron caldo caliente y café. Esta fue nuestra primera parada importante de media hora. Nos descalzamos y secamos un poco los pies. Recargamos agua pues ya habíamos bebido 2 litros. Lo que nos sorprendía era que estábamos meando mucho más… sin exagerar 2 o 3 veces a la hora.

Eran casi las 6 de la tarde y justo cuando reanudamos la marcha, de nuevo empezó a tronar. Llegaba la gorda… aunque el pronóstico había mejorado algo. Y estábamos lejos de las altas cumbres, así que al final no nos afectó tanto. De hecho, estábamos acercándonos al pueblo de Alp.

A mi hermano le preocupaba que nos estábamos alejando demasiado del centro de competición, al que se podía regresar, descansar y hasta te daban de comer… pero proyectamos otro plan. No le agradaba tampoco la idea que nos fuéramos a encontrar en el punto mas bajo del mapa, lo que significaría subir mucho después… Pero, ¿cuánto? Realmente había menos desnivel hacia abajo del centro de competición que hacia arriba. Y la idea de subir a las altas cumbres le agradaba menos. Enlazar los puntos por las partes altas aparentaba mucha mas complicación, que por los terrenos que nos habíamos propuesto, aunque estos estuvieran lo mas alejados de meta. Mi hermano siempre reacio a alejarse demasiado. Pero si aún nos quedarían 14 horas por delante…

Enlazar las balizas nos estaba costando entre media y una hora… íbamos despacito y llevar los bastones fue un acierto, aunque evitábamos las pendientes fuertes.

Yo tenía claro cómo enlazar las balizas, porque me había preocupado por la estrategia y mi hermano era propicio a ponerse reacio, pero al final aceptaba. El orden en el que las hacíamos era importante, y alguna no valía mas que tres puntos, pero ayudaba a enlazar otra de mas valor.

Si no nos mojábamos por la lluvia, nos mojábamos por la vegetación. Tuvimos suerte para enlazar la baliza 36 con la 106, por una senda semioculta entre la engorrosa vegetación.

Después llegamos por fin a la zona urbanizada del amplio valle de la Cerdanya. Cenaríamos un poco de papilla y cecina, secamos los pies nos cambiamos de calcetines. Y se nos fue otra media hora, y justo se nos hizo de noche. Las 21:45. Habíamos recorrido 27km.

Salimos por un camino cómodo pendiente arriba con nuestras frontales al mínimo. Solo usábamos mas luz cuando nos salíamos de los caminos.

Para no repetir ruta de regreso, claro, había que alejarse más por el norte del mapa. Mi hermano se ponía nervioso. Enlazamos balizas por pequeñas sendas a ser posible por la mínima pendiente. Y despacito. Nos encontrábamos bien.

La baliza 60 nos sorprendió con una calavera de toro colgada sobre ella en una construcción de madera. El primer susto por la noche, jajaja.

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La baliza 88 era más difícil de lo que parecía y nos cruzamos unos extranjeros que venían en dirección opuesta y les preguntamos, pero estaban más descolocados que nosotros y no lo sabían. Nosotros sabíamos que estábamos muy cerca, quizá nos la habíamos pasado. Y no nos hicieron caso y la encontramos antes que ellos. Aunque les dijimos que ya la habíamos picado, no nos entendieron y tomaron otra dirección.

En la siguiente baliza (67) nos perdimos nosotros. Era poco preciso saber cuándo nos teníamos que salir del camino que estábamos subiendo y dirigirnos a una vaguada con vegetación. Llegamos a la vaguada y subimos por ella, sabiendo que estaba arriba, pero era poco profunda y no estábamos seguros si era esta, otra más allá… y dimos unas cuantas vueltas hasta que decidimos desistir, pero justo en ese momento un equipo la encontró delante nuestro y la salvamos. Si hubiéramos seguido subiendo por el camino hasta un cruce, y tomado rumbo desde él habríamos tardado menos, pero claro no queríamos subir demás y nos habíamos arriesgado.

Las distancias por la noche se hacían mas largas si cabía. Una fina luna menguante salió a las tres de la mañana. Lo bueno es que no estábamos pasando el frio que pronosticaban más bien para las zonas altas. Y estábamos secos. Salvo los pies, claro.

Estábamos ganando bastante desnivel hasta la baliza 58 y luego le decía a mi hermano que era casi todo a nivel hasta meta. Pero no quería mirarlo. Bueno, realmente habría una cuesta mas y era fuerte pero corta. A la 45.

La pendiente a la 65 era también muy fuerte, pero hacia abajo. Y salir de ella era engorroso. Por no subir de nuevo, bajamos… y el terreno nos arrastró hasta la carretera sin atajar hacia la siguiente como hubiéramos preferido.

La carretera estaba seca y le dije a mi hermano de aprovechar para estirar la espalda… y antes de salir de ella, paramos a desayunar. Así dábamos tiempo que amaneciera, porque la baliza 85 nos parecía difícil atacarla de noche. Nos descalzamos. Yo no tenía otros calcetines, pero mi hermano fue mas precavido y había llevado otro par. Cada vez que quitábamos nos echamos crema antirrozaduras. Algo haría.

21km, 8 balizas de noche. Se nos hizo corta. Eran las 6:15.

Después de la 85 tuvimos un despiste, y una diferencia de opiniones respecto cual vaguada nos llevaría a la 45. No estábamos seguros, pero acertamos finalmente.

Cómo no, íbamos a hacer la 105 que estaba muy cerca y prácticamente a nivel. Aunque mi hermano seguía reacio a hacer baliza de máximo valor, porque le parecía que estarían muy lejos. Pero yo le decía que teníamos todavía muchas horas por delante.

Camino a ella nos alcanzó el primer rayo de sol. Pero hacía frio. Luego en la zona, con la vegetación, no nos aclaramos y perdimos algo de tiempo.

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Lo siguiente que teníamos por delante eran dos balizas de 5 puntos cercanas. Mi hermano solo quería hacer una. Y en este punto discutimos bastante. Después de hacer la 55 que era más alta, y veníamos de arriba, podíamos hacer la 50 que no teníamos que subir nada salvo 20 metros después… pero claro era en dirección contraria a la meta, a la que ya quería dirigirse mi hermano. Aunque teníamos todavía 4 horas. Y yo le decía que nos iba a sobrar mucho tiempo y cerca de meta las balizas que nos quedaban salían “caras”. A regañadientes accedió y estuvimos un tiempo sin decir ni mu. Ni corroboró que me estaba desviando del rumbo así que encima estuvimos dando vueltas por allí, perdiendo como 20 minutos. Aunque la atacamos desde un poste eléctrico, volvimos a errar el rumbo. Por fin la encontramos. Por lo menos no nos enzarzamos a discutir más. Teníamos tiempo suficiente.

Mas adelante pasamos por otro punto de agua. Yo ya me había terminado la mía. Hubo momentos en que me encontraba bajo… a pesar que tomaba algunos geles o barritas… pero fue unas pastillas de electrolitos lo que me hacía recuperar.

Había que subir la ultima cuesta importante para dirigirnos a la 91, pero no mas de 120metros y estábamos muy cerca de meta. No insistí nada después de la perdida de la 55 para ir a la 40 que nos hacía desviarnos un poco. Y tampoco a la 31, aunque era mínimo y estaba seguro que nos sobraría tiempo. Pero mi hermano estaba empeñado en regresar ya.

La baliza 91 en un Bunquer, nos sorprendió a muchos equipos que andaban buscando por allí. Y eso que era una zona despejada en mitad de una ladera, pero no destacaba de lejos, porque estas construcciones están incrustadas en el terreno. Nos tuvimos que guiar aplicando el rumbo inverso hacia referencias lejanas como podía ser unas curvas cerradas de carretera y caminos… Así es como dimos con él, y los demás equipos estaban buscando muy alejados.

Para no volver directos por la carretera que era larga hacia meta, mi hermano accedió hacer otra baliza más, la 47, aunque había que subir levemente. Y luego una bajada hacia meta por una pista de esquí vertiginosa.

No insistí más, pero había un par de balizas de 2 puntos, una a cada lado que podíamos haber hecho. Por lo menos una. Pero fuimos directos a meta. A pesar de que yo tuve que bajar muy, pero que muy lento para salvar las rodillas, nos sobraron 25 minutos para completar las 24 horas.

15 km más habíamos hecho desde que amaneciera hasta las 12:00.

Estábamos muy satisfechos. Habíamos resistido, no tuvimos dolores, ni casi ampollas…

Esto era el Campeonato del Mundo de Rogaine de Orientación. Un placer participar y un entorno incomparable ¡Una organización y trazado excelente, un mapa perfecto!

 Pablo Fernández Liria    /    Cristóbal Fernández Liria

Más fotos en: https://photos.app.goo.gl/7E2J5ybGszxRA1fh9

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